Rescato
los clavos de tus cruces para colgar cuadros decentes
que
pueblen con pudor la desnudez de los recuerdos que nos separan
porque
tú buscaste abrigo
en la distancia
Blindo
con arena mi corazón y sus deslices al anuncio de la tormenta;
al
asomo de la ola salvaje de la rabia y con
tu perdón
al
levantarse inmutable la marea de las certezas.
Tatúo
en mi casa mandalas de amor caribe
con
el azul tesalónica que sembraste y
aún florece
en
la cabeza de la gorgona que renunció a convertirme en piedra.
Pierdo
miserable el pulso con la carne y reverdece la mandrágora
en mis
universos
y
me alzo del ansia para ser hambre
para
ser ausencia, para ser dolor.
Es
la luz... en el sueño, en la ilusión
es
tu casa... en la mía, en la nada
y me voy
Huyo
de mi y me dejo atrás para encontrarme
sin
confusión, sin muletas, sin tiempo ya.
Y
vuelvo a empezar.